Algunas
aficiones ganan partidos, pero de todas ellas depende el destino de
su equipo. Para mal. o para bien, como es este caso. En verano, los
gestores del Mérida decidieron configurar una plantilla para optar
al ascenso. El presupuesto para ello estaba cerrado, hubiera uno o
veinte mil socios. Sólo aspiraban llegar a mil abonados para sentir
cierto respaldo, cierta aceptación en su pretensión de recuperar un
ápice de la ilusión por el fútbol en la ciudad. Pero las
expectativas se han quintuplicado. Nadie en Mérida, ni presidente,
ni directiva, ni entrenador, ni jugadores, ni aficionados, ni
aférrimos, se imaginaban hace unos meses ni la mitad del fenómeno
social al que ha dado pie el equipo.
Y
esta respuesta de la masa social ha cambiado algunos matices en el
camino marcado por el club. Por ejemplo, ya no se quiere optar a
subir, se quiere ser campeón. Ya subir no es un deseo, es una
obligación. Ya no se quiere devolver a la ciudad a Segunda B, se
quiere configurar un equipo que pueda estar en la zona alta de esa
categoría. «Si la respuesta de la ciudad continúa siendo la
misma.», condicionan en los despachos del Romano.
De
402 abonados de hace un año se ha pasado a 1.792. De 550
espectadores de media hace un año se ha pasado a 4.000. Del desierto
a El Dorado. Y en el trayecto, un desplazamiento de 600 aficionados a
Don Benito y cuatro 'entradones' en el Romano. El último, el pasado
domingo ante el Díter Zafra. Se rozaron los 6.000 espectadores,
nuevamente más que todos los campos de Tercera, más que todos los
campos de Segunda B (a excepción de El Sardinero en Santander), más
que en cinco estadios de Segunda A y más que en dos estadios de
Primera. Primero fue frente al Villanovense, luego ante el
Extremadura, más tarde con el Coria y, por último, frente al Díter.
Hablamos de Liga regular de Tercera, mitad de temporada. «Lo dicho:
una animalada», repiten desde el club.
Miguel
Ángel Redondo, actual director general del club, ha vivido el club
desde la travesía por el desierto. «Ahora lo estoy disfrutando
muchísimo. En estos cuatro últimos años hemos sabido perder, hemos
sabido esperar. Ahora toca otra cosa», explica Redondo. «Cuando no
venía nadie, lo más duro era encontrar la fórmula para poder
enganchar a la ciudad. Llevábamos muchos años viendo a la misma
gente en el Romano. Pero si haces un proyecto ilusionante, la ciudad
se interesa; y si encima le das facilidades con precios asequibles,
la gente se engancha», descifra.
Familias
enteras que no pisaban el estadio desde la desaparición del Mérida
CP que han desempolvado sus bufandas y camisetas de la época y han
vuelto, casi trece años después, a sus butacas de siempre. «La
clave, por encima del ambicioso proyecto deportivo, es que nos hemos
convertido en un club serio y hemos sabido administrar muy bien los
tiempos. El boca a boca ha funcionado perfecto en la ciudad. El
futuro está en ir de frente y no engañar al abonado. Ser un club
transparente y decir las cosas claras. De esta manera, la afición
seguirá apoyando. Aunque también dependerá de cómo vaya el
equipo, claro», reflexiona Redondo, que completa su quinta temporada
consecutiva en las entrañas del club. «Todo lo que el Mérida
genere se va a reinvertir en el propio Mérida», no se cansa de
repetir el presidente, Daniel Martín.
La
plantilla, cuerpo técnico y empleados del club incluidos, supone un
gasto mensual de, aproximadamente, 18.000 euros. Por diez meses de
competición, 180.000 euros de presupuesto anual. Árbitros,
desplazamientos y otros menesteres van aparte. Si el club ha
ingresado por abonados 78.000 euros; casi 12.000 por taquilla en las
cuatro grandes entradas (Villanovense, Extremadura, Coria y Díter);
y otros 10.000 en los otros nueve partidos restantes, ha obtenido
100.000 euros en total. Y todavía queda una segunda vuelta, con
siete partidos más y visitas como las del Badajoz CF o el Jerez. Más
de la mitad de la plantilla lo ha pagado la propia afición. Más
bar, publicidad, venta de merchandising.
De
ahí que el club, aliviado en la caja, se haya decidido a regalar en
este mercado de invierno los fichajes de Toni, Pedro Oliva y Alfonso
de la Cruz. Sin ese respaldo, los refuerzos no hubiesen existido. Sin
ese respaldo, la ambición no hubiera engordado tanto como lo ha
hecho en los últimos meses. Sin ese respaldo, lo destinado a durar
muchos años se habría quedado en unas cuantas temporadas. De ahí
que algunas aficiones ganen partidos, sí, pero que todas ellas
puedan influir y decidir el futuro de su club.
Noticia
del diario Hoy de
Extremadura: http://www.hoy.es/v/20140206/deportes/tercera-a/aficion-elige-destino-equipo-20140206.html
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